La inflación es a día de hoy uno de los grandes problemas de la economía. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el IPC (Índice de precios al consumo) se situó en el mes de junio en el 10,2%, un punto y medio más que en mayo. El Informe Europeo de Pagos de Intrum 2022 advierte que el 55% de las empresas españolas verán lastrado su crecimiento a causa de la misma.

El aumento de los precios, especialmente el de la luz y el de los combustibles, afecta negativamente a los bolsillos de todos: empresarios y trabajadores. ¿Qué pueden hacer estos últimos para amortiguar los efectos de la inflación en sus negocios? En este post te damos las claves.

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Medidas de las empresas contra la inflación

Reducir los plazos de cobro, establecer nuevas políticas salariales, recurrir a la financiación alternativa o vigilar las cadenas de suministro son algunas de las medidas que las pequeñas y medianas empresas pueden adoptar para combatir la inflación.

El estudio de Grant Thronton El Pulso Express de la Mediana Empresa afirma que el 37% de los negocios tiene o está elaborando protocolos de actuación para hacer frente a esta nueva crisis. Según el informe, que consulta a 400 ejecutivos de compañías de entre 50 y 500 empleados, el 84% de los empresarios se plantea aumentar el valor de sus productos o servicios. De todos ellos «el 55% de empresarios pretende aumentar los precios exactamente en la misma proporción que los costes, mientras que el 12% prevé incrementar su cuota de mercado asumiendo la pérdida de margen y aumentando los precios en menor proporción que los costes. Menos de un tercio (29%) de compañías consultadas en este estudio incrementarán sus precios por encima de los costes de producción», aseguran desde la firma.

Para hacer frente a la subida del precio de la energía, que es el principal factor en el aumento de los gastos empresariales, casi tres de cada cuatro empresas ya han renegociado el contrato con la compañía comercializadora y un 17% adicional prevé hacerlo a corto plazo.

Nuevas políticas salariales

Con la inflación el poder adquisitivo de los trabajadores se reduce notablemente. Los empleados presionan a las empresas para aumentar sus salarios, pero muchas de ellas no disponen del capital suficiente como para hacer realidad este aumento. La solución es elaborar nuevas políticas salariales que impliquen beneficios sin tener que subir los sueldos. La retribución flexible es una solución a tener en cuenta en tiempos de crisis.

Plazos de cobro más cortos

En un momento como este con una inflación tan alta, cuanto mayor sea el plazo de cobro a los clientes, mayores serán los efectos negativos de esta en la empresa. Es imprescindible mejora la eficiencia de la facturación. Para ello hay que buscar que el periodo medio de cobro de clientes sea inferior al periodo medio de pago a proveedores. Se puede establecer, por ejemplo, una política de establecimiento de descuentos por pronto pago o por volumen.

Vigilar las cadenas de suministro

Las interrupciones en las cadenas de suministro pueden causar un daño irreparable en los negocios. De ahí que sea tan importante que las empresas cuenten con un plan de respuesta que incluya buscar mayor seguridad en los suministros. ¿Y cómo hacerlo? Pues recurriendo a los proveedores para establecer con ellos contratos más largos y comprar productos que tengan asegurada la oferta. Hay que buscar cuáles son los que mejor resistirán y tomarlo en cuenta al replantear escenarios, acciones alternativas y tomar decisiones.

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Sin experiencia para luchar contra la inflacción

El Informe Europeo de Pagos de Intrum 2022 dice que el 51% de la empresas no tiene experiencia ni la capacidad necesaria para luchar contra la inflación. España es el segundo país europeo con más compañías sin posibilidad de afrontar las consecuencias que trae consigo la subida de precios.

El managing director de Intrum en España, José Luis Bellosta, dice que la inflación “tendrá un impacto directo en la capacidad de las empresas para afrontar sus pagos a tiempo, y por tanto el incremento de la morosidad, lo que supone un riesgo real para el crecimiento del entramado empresarial. Esto representa un enorme desafío para las compañías”.

 

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