Para conocer mejor qué diferencia las finanzas éticas de las tradicionales, basta con dirigir la mirada hacia los objetivos que unas y otras tienen. En el caso de las primeiras, el dinero se usa como medio no como fin, y el interés común (entendido este como el bienestar de la sociedad) es uno de los ejes principales de actuación.
Según el informe de la Fundación Finanzas Éticas, Retos de las finanzas éticas y solidarias en el campo de las microfinanzas, los principios que las rigen son cinco:
- Búsqueda de interés común o del bienestar de la sociedad en su conjunto.
- Evaluación de impacto social y ambiental en la concesión de financiación. Los proyectos en los que se invierte deben demostrar su impacto social y medioambiental positivo.
- Controlar el origen del dinero, no aceptándose fondos cuya procedencia sea incierta.
- Naturaleza colectiva y dinámica de participación interna.
- Coherencia entre fines y valores en el uso del dinero. Este se gestiona teniendo en cuenta una serie de valores: transparencia, buen gobierno, equidad, etc.
Según estos principios se dice adiós a la economía especulativa, las personas se sitúan en el centro de las operaciones y se busca que las relaciones económicas sean principalmente justas y solidarias. Las finanzas tradicionales están centradas en la maximización de sus beneficios, las éticas no. Aunque no por ello renuncien al crecimiento sostenido.
Dos modelos muy diferentes
El Sexto informe sobre las finanzas éticas en Europa , elaborado por Fondazione Finanza Etica , Fundación Finanzas Eticas y la Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos (FEBEA) define muy bien ambos modelos de negocio. Mientras los bancos éticos se centran en actividades como la recaudación de fondos de los ahorradores o en la concesión de créditos, los grandes bancos concentran parte de sus activos en inversiones en bolsa, la venta de valores o en los fondos (entre otros). «El crédito sigue siendo la actividad típica de los bancos éticos: el 65,4% en 2021 para los bancos éticos y el 50,8% para las grandes entidades tradicionales.», según el estudio.
Otra diferencia entre ambos modelos es la liquidez, medida por la relación entre préstamos otorgados y depósitos. Si el ratio es muy alto (más créditos que depósitos) el banco puede tener problemas de liquidez. Según el informe, los bancos éticos mantienen un «un mayor equilibrio entre préstamos y depósitos y, por tanto, menor riesgo de liquidez y también vinculado a la volatilidad del mercado. Esto permite a los bancos éticos seguir otorgando crédito incluso en períodos de crisis, mientras que los bancos convencionales otorgan más crédito en períodos de buen desempeño económico y lo reducen significativamente en períodos de crisis».
En cuanto a rentabilidad, también las entidades éticas ganan frente a las que mantienen una actividad más tradicional. El ROE de las primeiras (rentabilidad sobre el patrimonio) se mantuvo en un 5,23% en el período 2012-2021, mientras que la media en las segundas fue de sólo 2,21%. Si hablamos de ROA (retorno de los activos) tienen una volatibidad más baja (0,64%).
Otras diferencias entre finanzas éticas y finanzas tradicionales
Para hablar de estas diferencias es preciso tener en cuenta varios conceptos. Entre los más importantes están la transparencia y la participación. Son muy altas en el caso de las entidades éticas y las promueven con la publicación de los créditos concedidos o con la participación de los socios en la vidad del banco.
También es preciso destacar la coherencia que existe entre los principios de las finanzas éticas y sus actividades reales, de modo que las acciones de esta entidades siempre tienen en cuenta sus consecuencias económicas y no económicas. «Las finanzas éticas se centran en apoyar la economía real, el acceso al crédito y la inclusión financiera, a diferencia de los bancos convencionales que pueden tener un enfoque más especulativo.»